
Esta tarta de espinaca y queso con masa de papa se ha convertido en mi opción favorita para cenas ligeras pero satisfactorias. La combinación de la base crujiente de papa con el relleno cremoso de espinacas y queso crea un contraste de texturas verdaderamente delicioso.
Esta receta nació durante una tarde de experimentos en la cocina cuando buscaba reinventar la clásica tarta de espinacas. Desde entonces, se ha convertido en la favorita de mis reuniones familiares, incluso mis sobrinos que normalmente evitan las verduras la devoran con entusiasmo.
Ingredientes
- Papas medianas: esenciales para una base crujiente, elige variedades como Yukon Gold o Russet para mejores resultados
- Espinacas frescas: aportan color y nutrientes, busca hojas firmes y de color verde intenso
- Queso feta o ricotta: proporciona cremosidad, el feta añade un toque salado mientras la ricotta ofrece suavidad
- Queso rallado: crea una cobertura dorada, la mozzarella aporta elasticidad y el parmesano intensidad
- Nata líquida: fundamental para la textura del relleno, usa versión completa para mayor riqueza
- Nuez moscada: potencia el sabor de las espinacas, procura rallarla fresca para mejor aroma
Instrucciones Paso a Paso
- Preparar la base de papa:
- Después de rallar las papas, es crucial eliminar el exceso de humedad exprimiéndolas en un paño limpio. Este paso garantiza que la base quede crujiente y no húmeda. Mezcla con el huevo y la harina hasta obtener una masa que pueda moldearse fácilmente. Presiona firmemente en el molde asegurando un grosor uniforme.
- Precocinar la base:
- La precocción es fundamental para lograr una base firme que sostenga el relleno sin ablandarse. Observa atentamente durante los últimos minutos para evitar que se dore demasiado. El color ideal es un dorado suave y los bordes ligeramente más oscuros.
- Preparar el relleno de espinacas:
- Al saltear la cebolla, hazlo a fuego medio-bajo durante al menos 5 minutos para que suelte su dulzor natural. Cuando añadas las espinacas, cocínalas justo hasta que se marchiten pero mantengan su color verde brillante. Escurrir bien es esencial para evitar que la tarta quede aguada.
- Mezclar los ingredientes cremosos:
- Combina los huevos y la nata con movimientos envolventes para incorporar aire. El toque de nuez moscada potencia maravillosamente el sabor de las espinacas. Integra los quesos manteniendo algunos trozos grandes para crear bolsillos de cremosidad.
- Hornear la tarta:
- Vierte el relleno sobre la base precocida y hornea hasta que el centro apenas tiemble al mover el molde. La superficie debe mostrar un atractivo color dorado. Apaga el horno y deja la tarta dentro con la puerta entreabierta durante 5 minutos para un acabado perfecto.

Me encanta especialmente la versatilidad del queso en esta receta. En mi familia tenemos una divertida tradición donde cada miembro elige un queso diferente para añadir al relleno, creando una versión ligeramente distinta cada vez que la preparamos. La combinación de queso azul y parmesano que sugirió mi hija resultó ser sorprendentemente deliciosa.
Consejos de Conservación
Esta tarta mantiene su frescura en el refrigerador hasta 3 días si la guardas bien tapada. Para mejores resultados al recalentarla, utiliza el horno a 160°C durante unos 15 minutos en lugar del microondas, así la base recuperará su textura crujiente. También puedes congelarla en porciones individuales envueltas en film transparente y papel aluminio por hasta un mes. Descongela en el refrigerador durante la noche antes de recalentar.

Adaptaciones y Sustituciones
Si buscas hacer esta receta aún más nutritiva, puedes mezclar la papa rallada con calabacín o coliflor para la base. Para el relleno, las acelgas, la col rizada o las espinacas baby funcionan perfectamente en lugar de las espinacas tradicionales. Si prefieres una versión vegana, sustituye los huevos por tofu sedoso mezclado con harina de garbanzo, y los quesos por alternativas vegetales específicas para gratinar. La nata puede reemplazarse por leche de coco o una bechamel ligera hecha con aceite de oliva.
El Origen de la Tarta
Esta receta fusiona influencias mediterráneas y europeas. La técnica de utilizar papas como base tiene raíces en la cocina tradicional suiza con su famoso rösti, mientras que el relleno de espinacas y queso nos recuerda a la spanakopita griega. En España, particularmente en las regiones del norte donde abundan los productos lácteos, las tartas de verduras con base de patata se desarrollaron como forma de aprovechar ingredientes locales y de temporada. Históricamente, estas preparaciones surgieron como soluciones prácticas para familias trabajadoras que necesitaban comidas completas y nutritivas.
Preguntas y respuestas sobre la receta
- → ¿Puedo preparar esta tarta con anticipación?
Sí, puedes preparar esta tarta con hasta un día de anticipación. Refrigérala bien cubierta y recaliéntala en el horno a 150°C por unos 15 minutos antes de servir para recuperar la textura crujiente de la base.
- → ¿Qué puedo usar si no tengo queso feta o ricotta?
Puedes sustituir estos quesos por queso fresco, requesón o incluso queso de cabra suave. Lo importante es mantener la textura cremosa del relleno.
- → ¿Es posible usar espinacas congeladas en lugar de frescas?
Sí, puedes usar espinacas congeladas. Descongélalas completamente y asegúrate de escurrir muy bien el exceso de agua antes de incorporarlas al relleno para evitar que la tarta quede aguada.
- → ¿Cómo puedo evitar que la base de papa quede húmeda?
Para una base crujiente, es fundamental escurrir bien las papas ralladas antes de mezclarlas con el resto de ingredientes. Puedes envolverlas en un paño limpio y exprimir para eliminar el exceso de humedad.
- → ¿Se puede congelar esta tarta?
Sí, se puede congelar tanto antes como después de hornear. Si la congelas ya horneada, envuélvela bien y congélala hasta por 2 meses. Descongela en el refrigerador y recalienta en el horno para servir.
- → ¿Qué verduras puedo usar para reemplazar las espinacas?
Puedes sustituir las espinacas por acelgas, kale, brócoli finamente picado o una mezcla de hierbas como albahaca, perejil y cebollín para obtener variantes igualmente deliciosas.