Guardar Una tarde de verano, mientras preparaba algo rápido para la cena, me encontré mirando tres latas de legumbres diferentes en mi despensa y pensé: ¿por qué no combinarlas? Así nació esta ensalada, una de esas creaciones felices que suceden cuando dejas que tu cocina te sorprenda. El resultado fue tan satisfactorio que ahora la hago constantemente, especialmente cuando necesito algo que pueda preparar de antemano pero que siga siendo emocionante de comer.
Recuerdo la primera vez que sirvió esto en una reunión de amigos en mi terraza. Todos esperaban algo más ligero, pero cuando probaron esa primera cucharada, sus caras cambiaron completamente. El equilibrio entre lo salado del salami, lo herbáceo del perejil fresco y la acidez del vinagre simplemente funcionaba de una manera que nadie esperaba de algo tan simple.
Ingredientes
- Legumbres (1 lata de cada: alubias blancas, garbanzos, alubias rojas): Estas tres crean una base proteica completa y cada una aporta una textura distinta; asegúrate de enjuagarlas bien para eliminar el exceso de sodio y que la ensalada sea más fresca.
- Salami curado, 120 g en dados: Busca un salami de calidad, bien curado, que aporte esa salinidad característica sin dominar los otros sabores.
- Cebolla roja pequeña, finamente picada: La cebolla roja es más suave que la blanca y su color es hermoso; si es demasiado fuerte para ti, sumerge los dados en agua fría durante cinco minutos.
- Pepino mediano, en dados: Aporta frescura y crujido; tómalo del frigorífico justo antes de preparar la ensalada.
- Pimiento rojo, en dados: Dulce y colorido, busca uno que sea firme al tacto.
- Tomates cherry, 150 g cortados por la mitad: Su dulzura natural equilibra los sabores salados y amargos de la ensalada.
- Aceitunas Kalamata, 60 g en rodajas: Las Kalamata tienen ese sabor robusto y terroso que define una ensalada mediterránea auténtica.
- Alcaparras, 2 cucharadas: Intensas y sabrosas, enjuágalas bien si están envasadas en sal.
- Perejil fresco picado, 1/4 de taza: Aporta una frescura que no pueden dar las hierbas secas; agregalo justo antes de servir si prefieres que mantenga su color vibrante.
- Albahaca fresca en rodajas, 2 cucharadas: Suave y aromática, cortala a mano en lugar de picarla para que no se oxide.
- Aceite de oliva virgen extra, 4 cucharadas: Este es el alma del aderezo; invierte en uno bueno porque se nota en cada sorbo.
- Vinagre tinto, 2 cucharadas: Aporta la acidez necesaria para despertar todos los otros sabores.
- Mostaza Dijon, 1 cucharadita: Une todos los elementos y añade una sutileza picante.
- Orégano seco, 1/2 cucharadita: Transporta directamente al Mediterráneo.
- Sal marina y pimienta negra recién molida, al gusto: Comienza con lo que sugiero y ajusta después de probar.
- Ajo, 1 diente picado: Picalo justo antes de usar para que mantenga toda su potencia.
Instrucciones
- Reunir las legumbres:
- En un tazón grande, combina las tres latas de legumbres drenadas y enjuagadas. Sentirás la variedad de texturas bajo la cuchara: las alubias blancas cremosas, los garbanzos firmes y ligeramente harinosos, y las alubias rojas que mantienen su forma perfecta.
- Armar la base de sabores:
- Agrega el salami, la cebolla roja, el pepino, el pimiento rojo, los tomates cherry partidos, las aceitunas y las alcaparras. Este es el momento donde la ensalada cobra vida con colores y aromas variados; mezcla suavemente con las manos o una cuchara grande.
- Añadir frescura herbácea:
- Espolvorea el perejil picado y la albahaca cortada a mano sobre todo. Notarás cómo el aroma cambia completamente cuando las hierbas frescas toca las legumbres más cálidas.
- Preparar el aderezo:
- En un tazón pequeño o tarro, vierte el aceite de oliva, el vinagre tinto y la mostaza Dijon. Añade el orégano seco, la sal, la pimienta y el ajo picado, luego bate vigorosamente con un batidor hasta que emulsione; notarás que cambia de color y se vuelve más pálida, señal de que está correctamente mezclada.
- Unir todo:
- Vierte el aderezo sobre la ensalada y mezcla con cuidado pero a conciencia, asegurándote de que cada grano de legumbre esté recubierto. El olor que sube del tazón es irresistible.
- Probar y ajustar:
- Toma una cucharada y pruébala. ¿Necesita más sal? ¿Un poco más de acidez? Aquí es donde confías en tus papilas gustativas, no en la receta. A veces añado una pizca más de sal marina o un chorro extra de vinagre según mi estado de ánimo.
- Dejar reposar (opcional pero recomendado):
- Si tienes tiempo, refrigera durante treinta minutos o más. Las legumbres absorberán el aderezo y los sabores se entrelazan de una manera que simplemente no sucede inmediatamente; la ensalada se vuelve más profunda y más satisfactoria.
Guardar Lo que realmente me sorprendió fue descubrir que esta ensalada mejorada con el tiempo. Hice una cantidad el domingo para la semana, pensando que sería mejor el lunes. Al miércoles, cuando finalmente la probé, los sabores habían se habían profundizado tanto que casi no la reconocía, y ciertamente no quería compartirla.
Sobre la preparación anticipada
Esta ensalada es exactamente lo que buscas cuando quieres algo que pueda durar hasta cinco días en el frigorífico sin perder su encanto. De hecho, muchos dirían que mejora después del primer día, cuando los sabores han tenido tiempo de danzar juntos. He aprendido a prepararla el domingo por la noche para tener comidas sin estrés durante toda la semana, y realmente es un cambio de juego para alguien como yo que siempre está ocupado.
Variaciones que he probado
Una noche, cuando no tenía salami a mano, agregué queso feta en su lugar, creando una versión vegetariana que fue tan buena como el original, solo diferente. Otras veces he añadido alcachofas enlatadas, pimiento rojo asado de un frasco, o incluso un poco de atún enlatado cuando estoy en modo proteínico. La belleza de esta ensalada es que es un lienzo, no un dogma.
Sirviendo y emparejando
Esta ensalada es versátil en la forma en que vive en la mesa. Puedo comerla sola con una rebanada de pan tostado crujiente, servirla como acompañamiento para carnes asadas, o hacerla el plato principal en una comida ligera de verano. Tengo amigos que la llevan a picnics en tarros de vidrio y otros que la sirven en cuencos de barro durante cenas informales.
- Un vino blanco crujiente como el Sauvignon Blanc o un rosado frío complementan perfectamente la salinidad y frescura.
- Un trozo de pan de masa madre tostado es perfecto para esconder en el fondo del tazón después de terminar la ensalada, recogiendo todos esos fragmentos sabrosos.
- Si la sirves como plato principal, añade un huevo duro picado o un poco de queso feta adicional para más sustancia.
Guardar Esta ensalada se ha convertido en mi respuesta automática a la pregunta de "¿Qué puedo traer?" porque es algo en lo que confío completamente. Es reconfortante de una manera que la comida rápida nunca lo será, y lo suficientemente linda para servir en cualquier ocasión.
Preguntas frecuentes sobre recetas
- → ¿Qué tipos de frijoles se usan en esta ensalada?
Se emplean frijoles cannellini, garbanzos y frijoles rojos, todos enlatados, drenados y enjuagados para facilitar su uso.
- → ¿Cómo se prepara el aderezo para la combinación de sabores?
El aderezo se emulsiona mezclando aceite de oliva extra virgen, vinagre de vino tinto, mostaza Dijon, orégano seco, sal, pimienta y ajo picado.
- → ¿Se puede modificar esta preparación para opciones vegetarianas?
Sí, se puede omitir el salami y añadir queso feta picado para mantener un perfil de sabor rico y cremoso.
- → ¿Cuánto tiempo se recomienda enfriar antes de consumirla?
Se aconseja refrigerar la ensalada al menos 30 minutos para que los sabores se integren y se potencien.
- → ¿Con qué bebidas marida bien esta combinación?
Puedes acompañarla con un vino blanco Sauvignon Blanc o un rosado fresco para complementar sus tonos mediterráneos.